jueves, 15 de mayo de 2014

UN VIAJE EN METRO

Paseos y paseos en metro que hacen ver superficialmente la vida de miles de personas. Los hay quienes lloran, quienes ríen, algunos leen un libro, otros miran su móvil, los hay quienes tienen prisa... Son tantos los perfiles que podemos encontrarnos... y cada uno con una historia que pesa sobre su espalda. La mía ya la conocéis en parte los que leéis este blog.

La primera vez que me monté en un metro fue en Lyon, Francia. Tras vivir en una ciudad como Andújar, un año en Granada y otro en Córdoba, decidí iniciar la aventura de perderme un tiempo por otro país, y me fui de Erasmus. Cogía el metro casi a diario para ir a clase, a la misma hora que muchas personas lo cogían para ir a trabajar, a una entrevista de trabajo, a hacer deporte... También lo cogía muchos fines de semana para salir de fiesta. En este caso las personas que subían llevaban una lata de cerveza en la mano, las chicas llevaban tacones de aguja y los chicos las miraban creyendo saber cómo sería el final de la noche. 

La siguiente ciudad donde cogí el metro fue en Munich, Alemania. La gente se aglomeraba, empujaba, se caía y hacía todo lo posible por entrar en el metro de forma gratuita intentando ser los primeros en llegar al Oktoberfest. 

Después de eso... seguramente fue Madrid la ciudad elegida, unas veces para ir y volver del aeropuerto, otras para visitar la ciudad y otras para patearme mil academias de idiomas o empresas de traducción donde entregar currículums. Fue en Madrid donde me quedé realmente sorprendida de los distintos perfiles de gente que suben y bajan del metro, hasta pensé... podría escribir un libro con mil historias acerca de las personas que viajan cada día por la ciudad de Madrid. Está el carterista... sí, ese que le metió la mano en el bolsillo a mi novio buscando la cartera, el móvil o lo que fuera... sin embargo tras darnos cuenta decidió devolvernos el móvil, que no tenía mucho valor. Hay personas que tocan instrumentos, otros intentan lucrarse de su enfermedad, los hay también enfermos que no saben a quien recurrir para pedir ayuda... cada una de estas personas con una historia más o menos sorprendente que nunca conoceremos a fondo, pero que a veces hacen que se pongan los pelos de punta, o te sacan una carcajada y otras veces, ¿por qué no? hacen que aparezca en ti un sentimiento de desprecio, ya que han intentado conseguir algo de ti. 

La siguiente vez fue en Bruselas, donde la noche en metro me asustó, el ambiente nocturno en general ya que me topé con personas un poco escandalosas. Sin embargo me llevé un buen recuerdo de aquella ciudad y otras de alrededor como Brujas o Gante.

Creo que en el último país donde he cogido un metro ha sido en Suiza, la última vez hace un rato cuando volvía de ver a Álex. En Lausana, depende de la hora, de la zona... ves a madres con sus bebés, gente joven que va a la universidad, otros que van de fiesta, gente que va en busca del sol al lago, otros llevan maleta...

He estado en muchas otras ciudades, como en París por ejemplo... pero poco a poco resulta difícil ir recordando cada cosa que nos ocurre, se acumulan las vivencias.

Pasamos cada día con indiferencia al lado de cientos de personas, cada vez que subimos al metro muchas personas bajan, otros suben, otros ya estaban... Esto mismo ocurre en nuestra vida, aparecen todo tipo de personas, de circunstancias... viajamos con muchos de ellos a lo largo de todas las paradas, unos se bajan antes, los hay quienes se suman más tarde... cada uno tiene su historia, su vida, su mochila detrás de su espalda.

Sé que esto que he escrito no tiene nada que ver con lo que suelo escribir, sin embargo quería hacer mención a todos los viajeros, aventureros, que van por todos lados en busca de un rumbo, que no tienen claro dónde bajarse, o qué destino elegir.  Lo importante, en la mayoría de los casos, es elegir bien con quién vas a vivir todo esto. También quería dar a entender que no hay que juzgar a cualquier persona con la que te cruzas, no conocemos qué hay detrás de una cara triste o una cara chistosa, de un traje de chaqueta o de un chándal... cada persona, incluidos tú y yo podemos esconder cosas o experiencias sorprendentes.

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